El movimiento humano, ¿nueva fuente de energía para casa?
Sol, viento, gas, petróleo, agua… la energía que necesitamos para encender nuestras vidas cada día proviene de múltiples fuentes. Este mix energético pronto podría incorporar una nueva forma de provisión: el movimiento del cuerpo humano. Conoce las investigaciones que buscan aprovechar la energía que llevamos dentro.
Primeros pasos
Puede parecer algo novedoso, pero el movimiento del cuerpo humano forma parte de la historia de generación de energía. Quizá, el ejemplo más recurrente sean las dinamos, un desarrollo que comenzó a popularizarse en el siglo XIX y que a día de hoy sigue presente en nuestra vida cotidiana. Su versión más rudimentaria, el dimano manual, sirve para alimentar calculadoras, cargadores de móviles o unos conocidos portátiles dirigidos a niños en países en vías de desarrollo.
¿Cuánta energía puedes producir?
No hace falta accionar una manivela para crear energía. En realidad, lo hacemos desde el momento en que nos levantamos: se calcula que, al correr, el ser humano puede llegar a generar un kilowatio de energía. Un simple golpe de talón produce unos 60 vatios, lo suficiente para encender momentáneamente una bombilla. No parecen cantidades muy grandes, pero pueden ser útiles para alimentar pequeños dispositivos electrónicos (calculadoras, teléfonos, reproductores de audio…)
El problema: almacenar la energía del cuerpo
La energía está ahí, pero ¿cómo se recolecta? Este es el mayor reto al que se enfrentan quienes trabajan en esta línea de investigación. La atención parece puesta en los materiales piezoeléctricos, cristales y cerámicas capaces de producir energía cuando se aplica presión sobre su superficie. Al presionarlos, se genera una carga negativa en la parte que se expande y una positiva en la que se contrae. Una vez que se libera esta fuerza, la electricidad fluye a través del material.
Aprovechar la piezoelectricidad
Las propiedades de estos materiales se conocen desde el siglo XIX pero aún queda mucho camino por recorrer para aprovecharlos. Hoy por hoy, forman parte de objetos cada vez más cotidianos, como los encendedores electrónicos, pero el reto está en cómo poder generar energía a gran escala. Si una persona puede encender una bombilla, ¿qué podrán hacer miles de personas en el mismo espacio?
Pavimentos energéticos
Los científicos se han fijado en la superficie más presionada de las ciudades: sus pavimentos. Ya existen prototipos de suelos piezoeléctricos que, por ejemplo, dan luz a las pistas de discotecas. En Tokio, la compañía de ferrocarriles ensaya su viabilidad en el metro, por donde pasa miles de ciudadanos a diario. Hay más campos donde trabajar, como por ejemplo los suelos de los gimnasios.
Vestuario capaz de captar nuestra energía
La investigación no quiere abandonar las posibilidades del movimiento de un solo individuo y trabaja en el desarrollo de vestuario capaz de recuperar la energía que desprendemos. Se estudian materiales como el titanato zirconato de plomo, capaz de convertir el 80% de la energía que recibe en electricidad. Gracias a la nanotecnología, podría incorporarse a las prendas mediante una goma especial. También se trabajan con nanocables de óxido de zinc y con microfluidos que podrían ubicarse en la suela de determinados calzados. Paso a paso, tu cuerpo generaría suficiente energía para alimentar tus aparatos electrónicos.
Sabías que…
El exceso de calor humano puede ser una fuente de calefacción. En Estocolmo, han aprovechado el calor que desprenden las hordas de viajeros que pasan a diario por su estación para alimentar el sistema de calefacción de un edificio aledaño.
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