Valladolid ha puesto en marcha un proyecto piloto con el que persigue convertirse en una ciudad verde gracias a una serie de edificios e instalaciones inteligentes y ecológicos, con los que al mismo tiempo se consigue generar la energía suficiente para su propio mantenimiento.
Junto al río de la urbe vallisoletana, el Pisuerga, se erige la Plaza del Milenio. Un nombre muy apropiado este para dicho espacio que persigue marcar un antes y un después en la consolidación de un futuro sostenible gracias a los últimos avances en el campo de la tecnología.
El símbolo de dicha plaza es la Cúpula del Milenio, diseñada por el arquitecto Enric Ruiz. Un edificio el citado, donde se conjugan a la perfección los valores ecológicos y domóticos, que está realizado con un nuevo material: el efte. Gracias a él se logra capturar el 90% de la luz del sol, lo que hará que esta a su vez sea la principal generadora del aire acondicionado y la calefacción de dicha estancia.
En el entorno que nos ocupa también son destacables los primeros molinillos eólicos urbanos, sitos junto al puente de Isabel la Católica. Con ellos se consigue producir energía, de manera silenciosa, para mantener los servicios de la Plaza del Milenio que sean necesarios.
Pero esta tecnología verde no se queda a ras de la superficie sino que también llega al aparcamiento subterráneo. Así, gracias a un “sistema de microcúpulas con espejos” se logra que toda la luz del sol que este capta llegue al citado lugar de estacionamiento donde se goza de luz natural.
Un carril bici que absorbe el agua caída en momentos de lluvia para evitar accidentes así como suelos que se encogen o ensanchan según la dilatación de las paredes son otras de las peculiaridades que ofrece este proyecto piloto de Valladolid como ciudad inteligente. Y eso sin olvidar las fuentes interactivas o las baldosas que producen electricidad y encienden luces al ser pisadas.
Las últimas noticias existentes sobre este proyecto son que con esta iniciativa ecológica y tecnológica podría ser que el ayuntamiento de la capital de Castilla y León alcanzara el mayor nivel de certificación ambiental. Un hecho que, de producirse, convertiría a dicha urbe en la primera de Europa que logra dicho distintivo.
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